miércoles, 26 de noviembre de 2014

¿Se le cae siempre el vaso de agua a tu hijo? Tengo la solución

     Puede parecer una tontería y es algo muy simple, pero os aseguro que puede con mi paciencia cuando alguno de mis hijos tiraba el vaso de agua en la cena. Estás agotado del día, y lo único que quieres es que se acabe pronto la cena para irte a leer un rato, ver una serie o simplemente dormir. Pero justo cuando estás pensando en eso, oyes un ruido en el suelo, un líquido caer y la cara de tu hijo que te mira con una expresión en su cara con la que expresa que es consciente de que ha metido la pata y te vas a cabrear…
     El otro día un compañero de trabajo me contaba esta historia tal cual, diciendo que le ponía de los nervios que a su hijo se le cayera el vaso del agua al suelo. ¡A mí también! le dije. ¡Pero he encontrado la solución!Empecé a explicarle que su hijo no tenía la culpa, sino él. Adiviné los vasos que tenía (los de IKEA, claro), y al día siguiente le traje otros. Os pongo una foto.


     Está claro qué vaso tenía y cual le regalé yo. Al día siguiente me lo agradeció enormemente, a parte de la ilusión que les hizo a sus hijos estrenar vasos. Por cierto, el vaso rojo también es de IKEA.
     Creo que una vez más se pone de manifiesto el sentido común y que debe de primar sobre todo lo demás. Quiero que os paréis a pensar. La solución está delante de vuestras narices. Sólo hay que pararse un poco a pensar en la solución, y poneros en la situación de vuestro hijo. Con unas manos pequeñas, sin asa, con una base más estrecha que la parte superior, etc., no es que vuestro hijo sea torpe, es que le habéis puesto la zancadilla (entendedme la expresión). Es un vaso con poca estabilidad, difícil de coger (más para un niño con las manos de grasa de coger las empanadillas) y fácil de que se caiga.

     Espero haberos ayudado.

lunes, 13 de octubre de 2014

¡Qué dificil es que se estén quietos...!

     
     ¿Quién no ha visto alguna vez en alguna tienda o centro comercial la infructuosa pero intensa lucha de la madre o el madre por intentar conseguir que su hijo o hija de 2-10 años de edad se esté quieto a su lado o sentado sin hacer nada…? Al menos yo un montón de veces. Y ahora os pregunto, ¿qué pasaría si entramos en una de esas tiendas y vemos al niño de 4 años de pie, quieto, y al lado de su madre sin hacer nada, durante los 5-10 min (ó 30min) que dure la compra? A mí desde luego me chocaría bastante, ya que no es nada normal, y mucho menos habitual.


     Un niño pequeño tiene muchísima energía y tiene que soltarla, por lo tanto todos nuestros esfuerzos para que se esté quieto serán inútiles. A veces puede pasar que seamos más o menos tímidos y nos preocupe qué pensará esa señora tan bien arreglada, o ese señor que nos mira con cara de mala leche. ¿Y a nosotros qué nos importa lo que piense nadie? Por otro lado, como ya os he dicho antes, seguro que piensan mucho peor si ven al niño que ni se mueve, y puede sugerir más cosas malas que buenas. ¡Dejadles que anden! ¡Dejadles que se muevan! Y si se puede, ¡Dejadles que corran! De lo contrario,  lo más seguro es que todo acabe en una desesperación de la madre o padre y un cachete en el culo. Parece lógico, ¿verdad? Entonces, ¿por qué no dejamos que lo haga? ¿acaso nos molesta? Entonces el problema es nuestro (a mí me pasa el primero, os lo aseguro, y lucho cada día para mejorar) Evidentemente, si en la tienda hay artículos que puedan romperse, habrá que poner más atención, o mejor aún, ir en otro momento que no vayáis acompañados de vuestros hijos, porque lo más seguro es que todo acabe en discusión.

     Me gustaría que los que tenéis hijos pequeños y no tan pequeños sepáis lo que tenéis, que no es sólo un gran tesoro, sino que además son personitas que no paran quietas porque están en edad de no estarse quietas, necesitan tocarlo todo, necesitan probarse a sí mismos y probaros a vosotros, necesitan soltar toda esa energía, etc, etc, etc. Necesitan jugar.

lunes, 6 de octubre de 2014

Pantalón corto en invierno

     En una temporada de mi vida, estuve trabajando de cara al público, con lo que he podido ver a todo tipo de personas, de varios estilos, llegando cada día a la misma conclusión, y es que cada uno es de su padre y de su madre.
     En el caso de las familias, también se pueden ver todo tipo de variedades y estilos, incluso en la forma de vestir. Ahora bien, no perdamos el norte, por favor. Me explico.
     Yo creo que todos nos tiramos de los pelos cuando vemos las fotos en las que aparecemos de pequeños y nos preguntamos qué es lo que le hice yo a mi madre ese día para ponerme el jersey del poni o del cerdito… Eran otras épocas. 


     Hasta aquí, todos de acuerdo. Pero los 8 grados de temperatura de ahora son los mismos que los de hace 30 años, y ahora que somos adultos nos abrigamos. Y digo yo, si nos abrigamos nosotros con una buena chaqueta y pantalón vaquero, ¿por qué llevamos a nuestros hijos un 10 de febrero (por ejemplo) con 8 grados de temperatura o menos, con pantalón corto? “Es que van muy guapos” dicen algunos, “es que van más cómodos” dicen otros. ¿y por qué no vas tú en bañador o bikini? 
     Hay un dicho que dice “si la madre tiene frío, el niño tiene frío”. Os aseguro que una parte de las discusiones que tengo con mi mujer es por esto, por salir de casa con el abrigo puesto o sin él, sobre todo en la época de entretiempo primavera y otoño. Pero de ahí a llevar a tu hijo en pantalón corto y a tu hija con falda cuando los papás llevan el plumas o el chaquetón, es algo que todavía no logro entender.
     Pensemos con la cabeza: si hace 8 grados de temperatura, tu hijo tiene frío; si los zapatos son nuevos, les harán rozadura y les dolerá igual que a nosotros, ¿no? ¿por qué le llevas al cole entonces con los mismos zapatos que ayer le hicieron una rozadura?

     En fin, seamos coherentes y apliquemos el sentido común con nuestros hijos, al igual que lo aplicaríamos con nosotros.


domingo, 28 de septiembre de 2014

Hola hijo

     Ahora que acaba de empezar el cole para algunos, el instituto para otros y la universidad para otros, volvemos a pasar tiempo separados los padres de los hijos. Me gustaría haceros una pregunta, ¿le decís “Hola” a vuestros hijos cuando vienen de la universidad, instituto  o colegio? A algunos os parecerá, una vez más, algo  impensable no hacerlo, pero os aseguro que he visto más de un caso en el que es así.

     
     Ahora mis hijos van al colegio y aún no tienen edad suficiente para ir y volver a casa solos. A la salida del colegio nos encontramos todos los padres y madres. Pues bien, os puedo asegurar que aproximadamente el 30-40% de los padres no le dedican ni una sonrisa a sus hijos cuando les recogen. Así es. Algunos somos más o menos cariñosos que otros, y hay padres y madres que se “comen a besos” literalmente a sus hijos cuando salen del colegio, con tanto abrazo y besos. Pero hay otros, que con la misma cara de aburrido que tenían al levantarse por la mañana, van a recoger a sus hijos, y lo peor de todo es que la siguen teniendo cuando su hijo sale del colegio, le da la mano (o no) y casi no se dicen ni hola. Si eso es así ahora, ¿qué pasará dentro de unos años en la pubertad, adolescencia y de adultos? Pues no esperéis grandes señales de afecto, ni si quiera de educación.
     Sed educados y amables con vuestros hijos, y ellos lo serán con vosotros y con los demás. Es una ley natural. Decidle “Hola” a vuestros hijos cuando haga tiempo, que no le veis, o se haya ido a por el pan. Decidle adiós cuando se van o cuando os vais. Pedidles las cosas por favor, y dadle las gracias cuando hagan lo que le habéis pedido. Lo podéis hacer por el motivo que queráis: por su educación, por la vuestra, por respeto, por amabilidad, por darles cariño, ¡por lo que sea!, pero hacedlo.


          Todos somos personas, con más o menos edad, y debemos tratarnos entre todos como tal, una vez más, por sentido común, que como ya sabéis, es el menos común de los sentidos.


miércoles, 17 de septiembre de 2014

Dedicado a los que no tienen hijos

     Hace unos días tuve una conversación muy interesante con un compañero de trabajo. Uno siempre suele rodearse de gente con la que  tiene cosas en común. Por lo tanto, no pocas veces coincido con gente que no tiene hijos o que no es de mi edad aproximada, sólo porque los temas de conversación son diferentes, sobretodo los padres y madres, que siempre tendemos a hablar sobre lo difícil que están las cosas para la educación, o experiencias con el colegio, etc. Sencillamente hacemos honor al dicho "Dios los cría y ellos se juntan". 
     Como decía, fue una conversación muy interesante, sencillamente, porque al poco de estar hablando me dijo: "A mi no me gustan los niños, y además no voy a tenerlos porque no quiero". Bien, pues de primeras parece que fue algo agresivo, pero os aseguro que estuvo muy natural.
     A veces las personas tendemos a cerrarnos en nuestros círculos: creencias, estilo de vida, aficiones, etc. Y nos perdemos la oportunidad de aprender de aquello que es nuevo o no es afín a nosotros. En este caso, no sólo seguimos hablando, sino que he quedado con él para que me cuente muchas más cosas sobre su punto de vista.
     ¿Por qué tenemos hijos? "Por que no lo pensé"; "porque mi mujer/marido se empeñó"; "porque es lo que hay que hacer..." Se me ocurren al menos dos posiciones en este sentido. La primera, porque uno no se siente capacitado para tener hijos con todo lo que eso conlleva (cuidados, atención, inversión...). Y la segunda, como mi compañero, "porque no le da la gana" (A una de las personas más influyentes del siglo pasado le gustaba mucho esta frase). Y digo yo, ¿qué problema hay con eso? Os aseguro que estoy contentísimo con la decisión de mi compañero de no tener hijos, sencillamente, porque no quiere tenerlos. No os asustéis, os lo explico. ¿Qué es mejor: no tener hijos porque uno no quiere o tenerlos a pesar de que no se quiera? El que tiene hijos, "a lo hecho, pecho": educadles, queredles, a cuidarles, alimentadles, a vestirles, habladles, enseñadles todo lo que sabéis... Pero para mal educarlos, para no preocuparse por ellos, para dejarles hacer lo que quieran, para que sean pequeños animalitos de la selva...es mejor haberse quedado quieto aquella noche. Y el que no tiene hijos, sea por la razón que sea, ¡Bien! Y el que los tiene por que quiere, ¡Bien!
    Sólo una última cosa más. Jamás, y repito. Jamás abortéis. Nadie. Si alguien no quiere tener hijos y se queda embarazado, hay muchas opciones y vías para evitar el aborto. Sea por la razón que sea. Y a quien no le guste lo que digo que no siga leyendo. Pero por favor, que ni siquiera sea lo último que hagáis. Gracias.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Papá, mamá ¿jugáis conmigo?

     
     ¿Cuántas veces nos han dicho ya estas vacaciones esta pregunta nuestros hijos?  Seguro que casi todos los días. ¿qué es lo que hacemos nosotros? Yo por lo menos estoy de vacaciones, y no quiero que me molesten, ni que nadie perturbe mi descanso…
Para empezar, que sepáis que descansar no consiste en no hacer nada (Ver la TV, por ejemplo) sino cambiar de ocupación, como leer, hacer crucigramas, sudokus, maquetas, papiroflexia, punto de cruz, soldados de plomo, prácticas de albañilería en casa, aprender Chino…Yo qué sé. Pero os aseguro que una de las actividades que más nos van a descansar es jugar con nuestros hijos. Probadlo.


     Por otro lado, y pensando un poco más en ellos, he podido comprobar cómo en familias donde uno de los dos padres juega más con el hijo, es con ese padre/madre, con el que el hijo se le ve más unido. Es pura lógica una vez más… Uno de los recuerdos más agradables y satisfactorios que guardo de mi infancia y juventud, es cuando jugaba con mi padre a encestar la pelota de tenis en el paragüero del pasillo. Era auténtica competitividad, ¡vaya partidos”. Ya de más mayor, con 18-20 años, nos pasamos al pingpong, en el que venían vecinos a vernos jugar, sudando como profesionales y  dándolo todo. Ya con 25 años, recuerdo que fuimos al concierto de Paul McCartney, por ejemplo.  Esto no es casualidad. Vuelve a ser actuar con sentido común.

     Es posible que nunca recuerde muchas otras cosas de mi padre, y que el día que se vaya al cielo, agradeceré mucho más estos momentos. También es posible que en lugar de jugar al pingpong o encestar la pelota de tenis conmigo, prefiriera hacer cualquier otra de las cosas que le gustaban, como tocar la guitarra. No quiero entrar en sentimentalismos. Sólo quiero deciros, que aprovechéis estos días para estar un rato con vuestros hijos, y jugando con ellos, es la mejor forma de dedicarles vuestro tiempo y atención, que es lo que quieren, tengan la edad que tengan.

     ¿A qué jugáis?: hundir la flota, 3 en raya, chinos, sudoku, cartas, fútbol, billar, dardos, minigolf, volar una cometa, castillos y figuras de arena, crucigramas, ajedrez, montar en bici, comiditas, ir de compras, poner una tienda en el pasillo, etc, etc, etc. Cualquiera que implique tiempo y atención, recordadlo.


     Ganadle esta batalla a la pereza y jugad con vuestros hijos, ¡vale la pena!

domingo, 3 de agosto de 2014

Entender y Obedecer

     Mi tío y amigo Ángel, vuelve a echarme una mano. Os relato tal cual su escrito. Espero que os guste y sobretodo, que os sirva. Gracias otra vez Ángel.



     Esta vez se trata por el equilibrio que creo se debe lograr entre estos dos objetivos (Entender y obedecer):
  • Reconocer y manifestar la dignidad de cada hijo: es una persona, y por lo tanto importante, que merece ser atendida, valorada y querida. Además para sus padres no solo es una persona es su hijo y ocupa un lugar esencial en su vida y en su misión de padre o madre.
  • Evitar "endiosar" al hijo, es decir, que el niño se pueda creer que es el centro de su mundo, el más importante, el "único"
     Para lograr este equilibrio hay que tratarle siempre con respeto, sin gritos y por supuesto sin violencia. Hay que escucharle con atención.
Pero al mismo tiempo hay que enseñarle y exigirle que él trate también con respeto, sin gritar, sin interrumpir caprichosamente las conversaciones de los demás, y que sepa escuchar a los demás.

     Sobre la famosa frase "cuando seas padre comerás huevos" mi opinión es que está fuera de lugar en la educación (debe ser de la posguerra). Sin embargo el niño sí debe aprender que, en las relaciones entre las personas, sí existe una jerarquía en el trato: los padres, profesores, ancianos y en general adultos ocupan un lugar preferente. Esta jerarquía bien entendida y aplicada no va contra la dignidad del niño, sino que le educa y le hace más capaz de valorar a las otras personas y ser más generoso y desprendido de sí mismo.

     Por último sobre lo de regañar y corregir con violencia: lo dejo para otro día pues se me hace tarde...