sábado, 16 de mayo de 2015

CÓMO Y CUÁNDO RESPETAR LA INTIMIDAD DE NUESTROS HIJOS

Pues sí, nuestros hijos tienen derecho a la intimidad, y más la necesitan a medida que son más mayores. Poniéndonos en situación, está claro que con un niño de 3 años este tema no será tan importante como con uno de 15. Aun así, un niño de 3-4 años empezará a tener sus juguetes favoritos, esos que siempre se lleva a casa de la abuela. Esos juguetes seguramente los dejará habitualmente en el mismo sitio, en el mismo cajón. Pues ese cajón empieza a formar parte de la intimidad de nuestro hijo. ¿Significa que no podemos abrirlo? Claro que podemos abrirlo, sin embargo debemos evitar cambiar su esencia sin que él lo sepa. Es decir, imaginemos que necesitamos ese cajón para guardar otras cosas y necesitamos cambiar de sitio sus juguetes. Con 3-6 años no pasa nada si cambiamos los juguetes y no le decimos nada, pero estaremos empezando a enseñar qué es el respeto por la intimidad de los demás si hacemos lo contrario. “Pablo, necesito este cajón, ¿puedes por favor poner tus juguetes en otros sitio?”. Pablo se sentirá respetado y su cajón de juguetes tendrá mucho más valor a partir de ahora que sus padres lo respetan. Ni que decir tiene, queda descartado el famoso artículo 33, que dice: “cambio los juguetes aunque no le guste, porque soy su padre/madre y aquí se hace lo que yo diga, y necesito ese cajón. Ya los pondrá en otra parte”.




¿Qué pasa más adelante? A partir de los 8 años, los niños empiezan a tener secretos, si es que se puede llamar así con esa edad. Nosotros, como personas adultas que somos, no debemos/podemos infravalorar esos “secretos”. Por lo tanto, deberemos estar atentos para observar qué es lo que nuestro hijo guarda y cómo lo guarda. Sus pequeños tesoros. Es cuando nosotros como padres, debemos conocer qué es lo que nuestro hijo guarda, como parte de nuestra preocupación por él. Pero con mucha mano izquierda. Es decir, si queremos saber qué guarda nuestro hijo de 10 años, deberemos preguntarle. Si decidimos abrir SU cajón, siempre procuraremos que nuestra pequeña incursión pase totalmente desapercibida. Si encontráramos algo que no tiene nuestra aprobación haciendo esa incursión, NUNCA iremos a decirle: ¿Qué es esto que he encontrado en tu cajón? Si lo hacemos así habremos empezado a romper la confianza que nuestro hijo pueda tener en nosotros. Nuestros hijos tienen que poder confiar en nosotros. Deben confiar en que nosotros no vamos a inspeccionar sus cajones. ¿Qué haríais vosotros si alguien os hiciera eso? A mí por lo menos lo que me provoca es esconderme en mi caparazón como una tortuga, para protegerme. No salgo al exterior porque en cualquier momento alguien puede invadir mi intimidad. 



El tema da para mucho más. Pero no quiero dejar de hablar de Facebook. Hace 15-20 años os diría que no podemos levantar el teléfono del salón mientras nuestro hijo habla en el cuarto. Ahora mismo la situación es distinta, y hay mucho, muchísimo peligro. Pero no podemos llamar a ningún amigo informático para que se meta en la cuenta de nuestro hijo para saber qué hace. Es lo más fácil y el camino más corto, pero no es el camino. Deberemos tener nuestra cuenta de Facebook y que nuestro hijo sea uno de nuestros amigos. Es difícil, y costará mucho esfuerzo conseguirlo, pero contamos con la confianza que hemos estado construyendo entre nuestros hijos y nosotros desde pequeñito. Sabe que puede confiar en nosotros, y sabemos que no tiene nada que esconder.

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