Estoy en el aeropuerto esperando
a que nos llamen para embarcar. Justo en frente de mí, hay una madre con sus
dos hijos, el mayor con unos 15 años y la pequeña con unos 10. Aparentemente no
parece que les falte dinero, sino todo lo contrario, pero sin excesos. Parecen
educados y de buena familia. Es muy pronto, así que los chicos están algo
somnolientos, sin embargo la madre está
concentrada y atenta a la tablet que mira
fijamente y escribe de vez en cuando. Me ha parecido una imagen perfecta para
ayudarme a escribir el tema de este post: Escuchar.
Cuando veo a esta pequeña
familia (que puede ser magnífica, no lo pongo en duda) veo una burbuja invisible alrededor de cada uno. Esa burbuja
no se ve, pero se palpa. Cada uno está a lo suyo. Sinceramente, creo que tanto
a la chica como al chico dan por perdido cualquier intento de comunicación con
su madre. Me ha hecho pensar, porque yo también tengo tablet, portátil, TV y otras cosas que me gusta ver en casa. Y me
pregunto, ¿tengo yo en mi casa la misma burbuja que me aísla de mis hijos?
Cuando estoy con la tablet o el
portátil, o leyendo, ¿hay alguna manera de que mis hijos me hablen o saben por
experiencia que cuando estoy “leyendo el periódico” no se me molesta?
Mi abuelo murió a los pocos días
de yo nacer. Una de las cosas que siempre me han contado de él fue que cuando
un nieto se acercaba a hablarle, dejaba cualquier cosa que estuviera haciendo y
le dedicaba toda su atención. Creo que lo deja bastante claro. Es ese lenguaje
sin palabras por el que les decimos a nuestros hijos “NO ME MOLESTES”. Si es
eso lo que queremos no hay problema, pero luego no nos quejemos de que no nos
cuentan nada, o de que siempre me dicen lo mismo cuando les pregunto “qué tal
el día”.
Escuchad a vuestros hijos con
los cinco sentidos. Dedicadles toda vuestra atención (y ojo: estoy diciendo toda
vuestra atención, no todo vuestro tiempo, es bien distinto) mientras habláis
con ellos, y si os hablan cuando estáis comiendo, leyendo, viendo una película,
o cualquier cosa, dejad inmediatamente lo que estáis haciendo y escuchadles. En
ese momento les estamos diciendo que no hay otra cosa más importante que ellos.
El día que nos quieran contar un problema o algo importante, tenemos que estar
completamente seguros de no tener el cartel colgado de “No me molestes”. Tenemos
que asegurarnos de tirar ese cartel, y yo el primero.
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