Hoy he estado en el dentista. Le he
preguntado si le gustaba el fútbol. Me ha dicho que era socio del Real Madrid,
pero que desde que tuvo a su hija hace 5 años, no ha pisado el campo. No suelo
ser muy abierto con estos temas con personas con las que no tengo mucha
confianza, pero esta vez me he lanzado.
Le he dicho que eso no podía ser. Cada
persona somos de una manera, tenemos unos gustos, unas preferencias, unos
hobbies, cosas que nos ponen nerviosos, y otras que nos relajan, etc. Cuando
tenemos un hijo, seguimos siendo la misma persona, el mismo que le gustaba las
hamburguesas, el mismo que le gustaba la música clásica, etc. Con el tiempo,
crecemos físicamente, y mentalmente, es decir, maduramos, pero seguimos siendo
la misma persona. Cuando tenemos un hijo, los cambios que se producen en
nuestros hábitos son brutales, nos hacen madurar de manera acelerada e intensa,
pero seguimos siendo la misma persona.
Lo que quiero decir, es que el hecho de tener
un hijo no significa dejar de ser el o la que eras, dejar de hacer lo que nos gustaba y
que hacíamos antes de tenerlo. Sé lo que estáis pensando, y no olvidéis aplicar
el sentido común. Está claro, que durante los primeros meses de vida, la
demanda de tiempo y luego de atención es mucha. Lo que quiero decir es que si
te gusta el fútbol, eras socio abonado, y desde que eras pequeño has ido todos
los domingos por la tarde al campo, quizá no puedas ir todos los domingos, pero
sería totalmente contraproducente dejar de ir completamente. Y si es así, debe
ser algo temporal, con la idea de retomarlo cuando la situación se estabilice
(cuando tu hijo crezca).
Hablo de fútbol, pero podría ser cualquier
otra cosa, tanto para el padre como para la madre, evidentemente. Da igual. Por
nuestra salud, y por lo tanto por la de nuestra familia, tenemos la obligación
de cuidarnos y así estar en situación de poder dar lo mejor de nosotros a
nuestra familia.
Hace poco leí en un libro sobre liderazgo
algo que decía: “La generosidad, es la capacidad que tenemos de pedir lo que
necesitamos, para poder dar después lo que necesitan los demás”. Me pareció absolutamente
cierto como revolucionario.
Piénsalo. No olvides el sentido común. No
olvides a tu familia. No olvides de cuidarte.
La próxima vez hablaremos sobre la importancia
de cuidarse en pareja, tan importante como cuidarse uno mismo, y complementario.
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