miércoles, 23 de julio de 2014

Algunas ideas...

   Os pongo un artículo que me ha parecido tan interesante que lo transcribo tal cual. Es de Teresa Pereda, en Hacer Familia. Espero que os sea útil, para mí lo ha sido:



     La amistad y la relación de confianza de los padres con los hijos jóvenes no se consigue poniéndonos a su nivel. Un buen padre puede ser un buen amigo de su hijo sin menoscabo de su autoridad, aunque sea distinto el vocabulario, el modo de vestir o los modales que utilizamos unos y otros. Cuando los padres pretenden hacerse "amiguetes" de su hijo, se produce una situación grotesca y desprestigiadora para ellos.
     Los padres deben evitar ponerse a la altura de los amigos de sus hijos, ya que esta actitud puede terminar con la pérdida del respeto natural que el joven les debe por ser sus padres. No olvidemos que los jóvenes no buscan en sus padres un "colega", sino un amigo con experiencia y autoridad en quien poder confiar.
     - Da el primer paso. Nunca es tarde, aunque sí será más difícil cuanto más nos retrasemos, para conseguir la confianza de nuestros hijos. Los padres tenemos que decidirnos para dar el primer paso.
     - Valora lo que le importa. Párate a pensar qué conoces de tu hijo, de sus intereses y proyectos, de lo que valora por encima de todo. Es importante para poder conversar con él y realizar actividades juntos que consoliden nuestra confianza y amistad.
     - Preocúpate por sus cosas. Debes poder hablar con tu hijo o hija joven de cualquier tema y sin reproches por delante. Aconséjale sin censurar. Está deseando, aunque no lo diga, que se preocupen por él.
     - Respeta su intimidad. No intentes sacar a tu hijo sus confidencias a base de interrogatorios.
     - Date a conocer. Cuenta a tu hijo, de vez en cuando, algo personal acerca de tus ideas, tus proyectos de futuro (profesionales o no), de tus alegrías o tristezas, para lograr intimar con él. Le conocerás y tendrás su confianza cuando él te conozca a ti.
     - Entrégate cuando te necesite. Tu hijo ha de ver en ti alguien en quien poder confiar siempre. Recuérdaselo de vez en cuando, pero sobre todo procura estar preparado para cuando realmente necesite confiar en ti.
     - Pide su opinión en algún asunto serio. Presta atención a su consejo y extrae consecuencias de él. Después, mantenle al tanto de cómo van las cosas, en qué aplicaste lo que dijo, etc. Será una forma de demostrarle que confías en él.



miércoles, 9 de julio de 2014

¿Y qué es el sentido común?

Esta vez el artículo no es mío, si no de un familiar, amigo, y con toda una vida de experiencia en educación. Se llama Ángel, y os copio tal cual el correo que me envió el otro día. Espero que os guste y feliz verano.



No sé bien cómo escribirte desde dentro del blog (ya me enseñarás), pues las nuevas tecnologías me han cogido ya un poco tarde. Por eso te haré, en este mismo correo, algunas aportaciones o puntos de vista que surgen de mi experiencia de profesor y del conocimiento de bastantes familias que están en esa tarea apasionante de educar mejor.
ü Sobre el sentido común: En la educación (como padre o profesor) es imprescindible e incluso prioritario el sentido común pero, no olvidemos que el sentido común, hay formarle, trabajarle, organizarle y contrastarle. 
El sentido común se basa en un conocimiento natural, que toda persona tiene, de lo bueno y lo malo; pero también está influido por lo que nos rodea y por nuestro propio itinerario vital. Además, en la aplicación a lo concreto, el sentido común tiene que ir acompañado de conocimientos también concretos: características de la edad del niño y de su proceso de aprendizaje, naturaleza de lo que le queremos enseñar, influencias externas sobre ese asunto, experiencias educativas sobre ello,...

Por eso creo que el sentido común en la educación tiene que ser continuamente:
·         Formado y trabajado: buenos libros (y sencillos), cursos sobre educación, ...
·         Organizado: estableciendo una planificación, estrategia y evaluación de las acciones educativas que dicta el sentido común.
·         Contrastado: Conocer y reflexionar lo que hacen otros padres o profesores, y aprender y enseñar continuamente.

ü Entender y obedecer, ¿qué es primero?: ¡Pues, depende! Te comento una experiencia de la enseñanza de las matemáticas: Por los años 70 los matemáticos franceses propugnaron que los niños tenían que entender todo lo que fueran ejercitando y así, antes de saber sumar y restar, tenían que saber cómo era la estructura de los números naturales y enteros y sus principales propiedades. Se impuso así la enseñanza de la teoría de conjuntos, a los niños de EGB. El resultado fue nefasto: ni sumar, ni restar ni relaciones de equivalencia, ni cardinales, ni.....nada. Hubo que rectificar, pero se tardó 10 años. Un niño tiene que aprender las técnicas de sumar y restar y más tarde las propiedades y los porqués de lo que ya sabe hacer.
No en todas las cosas se debe proceder del mismo modo, no hay reglas generales, y menos en la educación.
Yo creo que lo primero que un niño debe entender, es que tiene que obedecer a papá y a mamá, porque estos son lo que siempre quieren lo mejor para él: tiene que confiar en ellos. En segundo lugar, y según vaya siendo posible, se les irá explicando la bondad de lo se les pide.

Hay una película que me parece que se llama "Historias del Bronx"; en ella, el hilo conductor es una frase que el padre va diciendo repetidamente a su hijo adolescente: lo entenderás más tarde. En la película el padre tuvo razón.

jueves, 3 de julio de 2014

¡Ordena tu habitación!

     Seguimos aplicando el sentido común, que como sabéis es el menos común de todos los sentidos. 

     Es sábado por la mañana o domingo por la tarde, y nuestro hijo ha conseguido, con mucho esfuerzo, que no se vea el suelo de la habitación con la cantidad de cosas que hay tiradas. Pues bien, es hora de recogerlo, porque lleva toda la semana así, porque entre semana no hay tiempo para recogerlo o porque mañana es lunes y hay clase. “¡Hijo, por favor: recoge tu habitación!” ¿Os suena esta frase? Os parecerá muy obvio y lógico, pero ¿le has enseñado a tu hijo a recoger y ordenar su habitación? Quieres que haga su cama, pero ¿la has hecho con él para que aprenda a hacerla bien? ¿Le ayudáis a organizarse y a que en su habitación haya un sitio para cada cosa y tengan cada cosa en su sitio? (distinguir entre ayudar a hacer y hacer, que es bien distinto)

     A mí personalmente me cuesta ser ordenado en casa, y mi mujer es una persona muy organizada. Pues desde que estoy con ella he aprendido a organizarme, sobretodo porque me ha enseñado ella, a ser ordenado, con pequeños pasos básicos que me ha ido enseñando, como apuntarme las cosas en el móvil para que no se me olviden, o dejar las zapatillas en la entrada cuando vengo de correr para no llenar el suelo de la casa de barro. A alguno os parecerá muy básico, pero para mí no lo era. Y digo yo, si a mí me cuesta ver esas cosas que soy ya mayorcito (ahora y cuando me casé), ¿cómo lo va a saber hijo que es menor de edad? Es decir, debemos seguir haciendo preguntas muy sencillas aplicando el sentido común, pero a hora a nosotros mismos, como:

¿Le he dicho a mi hijo cómo se dobla el pijama?

¿He recogido con mi hijo su habitación ayudándole y proponiéndole ejemplos de dónde puede ir cada cosa?

¿Le he contado a mi hijo los beneficios de encontrar una cosa a la primera cuando la buscas y la cantidad de tiempo que pierdes cuando no sabes dónde está, a parte del enfado que pillas?

Ah, se me olvidaba, ¿me preocupo de que mi hijo tenga estanterías en su habitación para guardar los libros o armarios para guardar los juguetes?

¿Le he dicho a mi hijo cómo se cierra la puerta sin dar portazo poniéndole un ejemplo?

¿He enseñado a mi hijo a hacer la cama haciéndola con él varias veces y corrigiéndole con paciencia?

¿Le he dicho a mi hijo para qué sirve la escobilla del baño, cómo se utiliza y qué hay que hacer cuando se mancha el inodoro? ¿Y qué se puede tirar al inodoro y qué se debe tirar a la papelera?

     Y que sepáis que no sirve de nada si se lo decís gritando, enfadados o haciéndoles sentir que no saben hacer nada. Enseñadles como lo harían vuestros padres o como os hubiera gustado que lo hubieran hecho.

     Seguro que alguna madre o padre está pensando en que su hijo de 15 años ya es imposible que sea ordenado. Vosotros enseñadle a ser ordenado, si ahora las hormonas las tiene alborotadas ya se relajarán, y aprovechará todo lo que le habéis enseñado cuando sea un “pequeño adulto”. Seguiremos siendo sus padres y entonces podrán echarnos en cara que no le enseñamos nada o nos lo agradecerán por habérselo enseñado.